21 de xan. de 2010

A realidade ao revés

Artigo de Luis Pousa no Correo:

A qué antecedentes históricos se refiere, en qué sesudos estudios y análisis se fundamenta el conselleiro de Educación para insinuar que el idioma gallego puede ser un muro para el desarrollo futuro de las próximas generaciones de ciudadanos gallegos dentro de la Unión Europea y en un mundo globalizado. ¿Va en serio lo que dice este señor o simplemente se trata de una ocurrencia, provocada por el nerviosismo en las vísperas de una manifestación contra el borrador del decreto que pretende consagrar una Galicia plurilingüe, en un contexto sociolingüístico fuertemente marcado por las relaciones económicas, en el que el idioma con más problemas para supervivir es el idioma gallego? Aquí, en este pequeño país atlántico y europeo, el único muro lingüístico que ha habido hasta ahora es el que en su día fue levantando por absolutistas y dictadores para que el idioma gallego, la mayor creación cultural de los gallegos, no formase parte de los planes estudios y fuese relegado a la condición de una lengua doméstica para campesinos y marineros. Una lengua rechazada por los poderes reales y despreciada por los poderes fácticos, con el consentimiento de unas clases medias urbanas acomplejadas y despreciativas con su humildes orígenes.

En Galicia, el único idioma que estuvo cercado por los muros de unha longa noite pedra fue el gallego. Por razones totalmente ideológicas de quienes nunca entendieron que hay otras fórmulas de unidad más vivibles, creativas y estables que la uniformidad y la anulación o el aniquilamiento de otras culturas que deberían ser asumidas y defendidas como parte de una pluralidad solidaria y cooperativa. Es una maldita gracia que se le endilgue al gallego juicios de intenciones de erigirse en un muro contra el futuro de Galicia, cuando todavía hoy su principal problema es alcanzar la plenitud de una lengua normalizada. Basta con dar una vuelta al día, como haría Julio Cortázar, por cualquier ciudad gallega para comprobar qué lejos está todavía el gallego de alcanzar el estado de normalidad. Cuántos muros habrá aún de vencer en una sociedad donde la única inmersión lingüística que ha habido a lo largo del tiempo y hasta hoy mismo es la del castellano.

Esa es la realidad sociolingüística de una situación que quienes nos gobiernan y sus heraldos la pintan al revés. Tan al revés como atribuirle al gallego la pretensión futura de erigir muros, cuando ha sido víctima secular de un premeditado aislamiento. El gallego nunca construyó muros; muy a su pesar se los impusieron. No se aisló, lo aislaron. Y pese a todo ello, los emigrantes gallegohablantes fueron capaces de defenderse en los países de acogida, y abrirse a otras culturas sin perder la suya. La referencia que el conselleiro de Educación hace a la Unión Europea tampoco es afortunada. Dinamarca, cinco millones de habitantes, idioma oficial el danés; Finlandia, cinco millones de habitantes, el finés y el sueco; Portugal, 10 millones de habitantes, el portugués; Eslovaquia, cinco millones de habitantes, el eslovaco, el húngaro y el checo; Eslovenia, dos millones de habitantes, el esloveno; Estonia, 1,4 millones de habitantes, el estonio; Letonia,2,4 millones de habitantes, el letón... Ninguno de esos idiomas es un muro contra el futuro en la UE de esos países citados.

Ningún comentario:

Publicar un comentario