Cantos post levamos xa dende que sabemos que o Día das Letras é para Lois Pereiro? Van unhas 12, desde o día que o soubemos, o 26 do mes pasado. Tendo en conta que hoxe é día 3, está claro que son moitas nunha semana.
Pois ben, despois dunha semana o xornal La Voz ten a ben facerse eco da nova, por suposto en castelán:
La literatura gallega suma con el Día das Letras dedicada a Lois Pereiro. De ninguna manera, resta. Es un disparate pensarlo. Es imposible leer a Lois Pereiro sin conmoverse. No es un personaje. Es un poeta enorme. La literatura gallega aparece con él en letras de grupos de moda como Nadadora, algo que no suele ser muy habitual. Pereiro conecta con los jóvenes, porque siempre fue un joven rebelde que cabalgaba las calles con su figura de dandi urbano. Decir que no se merece el Día, por que su obra es escasa, es buscar excusas para saciar envidias. Un absurdo. Nunca se mide el talento por el tamaño. Tampoco María Mariño tenía una obra extensa. Tampoco la tienen Salinger o Rimbaud. Y la mayoría de los creadores con voz auténtica lo único que hacen, por muchos libros que escriban y publiquen, es rescribir un solo evangelio personal. La envidia contenida es una forma de veneno. Algunos si se mordiesen la lengua, se retorcerían, pontífices del tedio. Potente. Rabia, furia. Bernhard. Insurgente. Duende. Viento salvaje. Banda sonora radical. Punkismo en tinta. Reflejo de la noche en un espejo. Todo eso está en los versos de Pereiro. El Atlántico que hierve sobre el asfalto. Lois Pereiro es grande cuando escribe «coas balas do desexo» o cuando ama «como se querían os príncipes nos contos de Grimm, ou Andersen, cando desexar aínda era útil». Los libros no son ladrillos. Y no se miden al peso.
La literatura gallega suma con el Día das Letras dedicada a Lois Pereiro. De ninguna manera, resta. Es un disparate pensarlo. Es imposible leer a Lois Pereiro sin conmoverse. No es un personaje. Es un poeta enorme. La literatura gallega aparece con él en letras de grupos de moda como Nadadora, algo que no suele ser muy habitual. Pereiro conecta con los jóvenes, porque siempre fue un joven rebelde que cabalgaba las calles con su figura de dandi urbano. Decir que no se merece el Día, por que su obra es escasa, es buscar excusas para saciar envidias. Un absurdo. Nunca se mide el talento por el tamaño. Tampoco María Mariño tenía una obra extensa. Tampoco la tienen Salinger o Rimbaud. Y la mayoría de los creadores con voz auténtica lo único que hacen, por muchos libros que escriban y publiquen, es rescribir un solo evangelio personal. La envidia contenida es una forma de veneno. Algunos si se mordiesen la lengua, se retorcerían, pontífices del tedio. Potente. Rabia, furia. Bernhard. Insurgente. Duende. Viento salvaje. Banda sonora radical. Punkismo en tinta. Reflejo de la noche en un espejo. Todo eso está en los versos de Pereiro. El Atlántico que hierve sobre el asfalto. Lois Pereiro es grande cuando escribe «coas balas do desexo» o cuando ama «como se querían os príncipes nos contos de Grimm, ou Andersen, cando desexar aínda era útil». Los libros no son ladrillos. Y no se miden al peso.
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