10 de xul. de 2010

La poesía bisturí de Lois Pereiro

Daniel Salgado no País:

La misma tarde en que Caetano Veloso presentaba en A Coruña su último elepé, un grupo de poetas se reunían en un mesón para homenajear al autor de Poesía última de amor e enfermidade. La obra de Lois Pereiro (Monforte de Lemos, 1958-A Coruña, 1996) compareció en un mesón de la calle Emilia Pardo Bazán el pasado martes a través de las voces de los autores de su generación. La recuperación de lo más parecido a un poeta de culto que hubo en la Galicia de los años 80 se encuentra en marcha y alcanza a todos los soportes: el periodista Iago Martínez prepara un documental sobre su vida y trabajo y, antes de fin de año, los poemas de Pereiro aparecerán en castellano por primera vez, en una antología de la mano de Espiral Maior.

"Los poemas de Lois son de acero, funcionan como un bisturí que disecciona la vida", explica el poeta Xavier Seoane, "pero detrás se aprecia la fragilidad del individuo". Seoane formaba parte de los escritores que, junto a Lois Pereiro, reunieron poemas en los dos volúmenes colectivos De amor e desamor, publicados en 1984 y en 1985. De la misma promoción procede Miguel Anxo Fernán Vello, además de poeta, director de Espiral Maior, que rescata igualmente la imagen del "bisturí" para referirse a los poemas de Pereiro.

Atravesados por lo que el propio Fernán Vello denomina "nieblas centroeuropeas", los libros de Lois Pereiro -Poemas 1981/1991 y Poesía última de amor e enfermidade- conectaron la literatura gallega de los 80 con zonas poco transitadas. La lírica alemana última o la causticidad del austríaco Thomas Bernhard se incorporaban, a través del expresionismo a veces terminal de Pereiro, a las letras del noroeste. Una de las más célebres fotografías del poeta lo muestra con un libro de Peter Handke en los brazos y una Fanta de naranja. Para Xulio López Valcárcel, otro de los escritores De amor e desamor, "Lois reclamaba una tradición novedosa que se apartaba de lo latino; Joyce, Shelley". El menos central de la generación de poetas de los 80, al cabo.

Xavier Seoane relaciona la imagen de Pereiro con los retratos de Alberto García-Alix. "Tenía aquel aire a lo Rolling Stones o al Lou Reed de los 70, con una elegancia natural y dura", dice Seoane, "y ahí había una persona de una humanidad cordial y desolada". "Lois sabía lo que valía un peine, porque en su vida se enfrentó a unas grandes dosis de sufrimiento", recuerda. La enfermedad marcó la existencia y la obra de Lois Pereiro de manera que, a menudo, no resultó fácil establecer delimitaciones.

"Los poemas de Lois conforman una crónica existencial, una bitácora dramática de su propia vida", afirma Fernán Vello. "Al final", confiesa, "veo más a Pereiro a través de su obra que a través de sus fotografías". Pero esta característica es precisamente lo que López Valcárcel reprocha a la escritura del monfortino, quien, a pesar de reconocer que mejora con los años "como el buen vino", asegura: "La anécdota personal no trasciende, en ocasiones, a lo universal, y sus poemas se transforman en piezas excesivamente confesionales".

En los últimos tiempos, un murmullo de fondo entre la parroquia de escritores reclama un Día das Letras Galegas para Lois Pereiro. El evento, que parece entrar en contradicción con el malditismo, a veces buscado, que rodeó y rodea la figura del poeta, suscita la adhesión de Fernán Vello: "Fue una voz singular, irrepetible, que sigue atrayendo lectores y que debe ser divulgada; está claro que un año u otro se lo dedicarán". Xulio López Valcárcel matiza: "Por supuesto que Lois merece el Día das Letras, pero quizás sea un poco precipitado". "No soy muy partidario de esos homenajes póstumos tan institucionales; lo que importa es recuperarlo, y que se lea su poesía", remata.

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